7. mar., 2021

Surfeando la mejor ola

Allá por el año 2008, cuando empezaba el “boom” de los libros de crecimiento personal, yo fui uno más de los que se fascinó y sumergió en decenas de ellos. Fui de aquellos que inició ese viaje con la aspiración de “despertar” descubriendo alguna verdad que me cambiaría mi vida. Devoraba libro tras libro y empecé a apuntar con afán todas las lecciones valiosas que iba encontrando. Pero me di cuenta de que había un abismo entre entender una idea y verdaderamente llevarla a la realidad. Además, el entusiasmo de haber entendido algo nuevo, con el pasar de los días, semanas o meses se desvanecía.
 
También había empezado a practicar surf en esta época. Me apasionaba la sensación de “agarrar” una ola y sentir la fuerza del mar empujando la tabla, una experiencia casi adictiva. Cuando estaba sentado sobre la tabla, lejos de la orilla y las olas escaseaban, reflexionaba mucho. El mar parecía proveerme de una claridad que no había tenido antes. En muchas ocasiones entendí que el surf y el mar hacían metáforas de distintos aspectos de la vida. Para agarrar una ola era necesario remar, no iba a alcanzarla si no hacía nada. Del mismo modo en mi vida siempre he tenido que remar, mis metas no se cumplieron solas. Para poder pararme en la tabla debía desconectarme de mis pensamientos y concentrarme en lo que estaba haciendo, de lo contrario perdería el equilibrio y me caería. En la vida muchas veces sufrí caídas por no controlar mi mente y mis emociones, perdí el equilibrio interior. Cuando estaba surfeando era importante regular los esfuerzos, si malgastaba mis energías la ola me revolcaría fácilmente. Igual en mi trabajo, cuando no supe administrar mi tiempo y esfuerzos, las obligaciones también me sobrepasaron y revolcaron. Lejos de la orilla, me di cuenta de lo pequeño que soy y, al mismo tiempo, parte del gran todo (“Oneness”). Me di cuenta de que el mar es peligroso, imponente y maravilloso. Su fuerza puede acabarme, zarandearme como a un muñeco, pero también en él podía disfrutar de momentos grandiosos y enseñarme todo lo que quiero saber de la vida.
 
Descubriendo estas y otras similitudes es que concluí que mi crecimiento personal, el surf y el mar estaban entrelazados entre sí. Mejor dicho, mi crecimiento personal dependía del surf. Esta conclusión no solo me entusiasmó, sino realmente empecé a ver la vida en una perspectiva diferente y más importante aún mi vida empezó a cambiar.
 
Durante trece años anoté lecciones de crecimiento personal y sucesos, sensaciones producto de estar en el mar y practicando surf. Creo que logré descifrar en gran parte como vivir una vida abundante o para decirlo diferente, a “Surfeando la mejor ola” y esto es lo que quiero compartir con ustedes en este blog.